Fuente: Dioscésis Familiar de Granada
(miércoles y domingos).
«La
grandeza de María es el reflejo de la grandeza de Dios: imagen y
semejanza, como era de esperarse de una criatura que quería ser sólo la
voluntad de Dios en acto. Una grandeza que es simplicidad. No hay nada
complicado en ella: todo es directo, límpido y llano. No se necesitan
palabras rebuscadas ni gestos estudiados para acceder a ella. Basta
expresar el pensamiento propio, que ella manifiesta lo que piensa, con
toda verdad y totalidad.
Por eso es libre. Libre de las numerosas prevenciones y cuidados con los
que el hombre se acerca a su semejante, llevando dentro una carga de
temores y cálculos, de fantasmas y deseos. María ama: y es libre. Ama en
Dios, por Dios: por lo tanto no tiene miedo. No le teme ni siquiera a
Herodes, ni siquiera a la guardia del pretorio, ni siquiera a la masa
desenfrenada: ella hace la voluntad del Padre, y el resto ¿qué cuenta?
¿Si Dios está con ella, quién puede estar en su contra?.
1. LA RESURRECCIÓN DE JESUS.
”¡No tengáis miedo! Id a decid a sus discípulos: ¡Os precede a Galilea, allí le veréis!”.
Es así: en medio de horarios y coches, de obligaciones y teléfonos,
hacienda y alquileres, con toda la burocracia, con los ruidos de
alrededor, bajo las agresiones, con las enfermedades, si nuestra jornada
va desarrollándose según el ejemplo de la Virgen, o mejor, en el
corazón de la Virgen, se compone un poema divino.
Vivir a María es vivir como ángeles, con las facciones de los hombres.
Es hacer de nuestra porpia familia una copia de la de Nazaret.
Es hacer del cuerpo –mediante el sacrificio y la renuncia- un altar.
Oremos, por intercesión de María, para que podamos recorrer con
la gracia de Dios el camino que conduce a la plenitud de la vida en el
hogar del cielo.
2. LA ASCENSIÓN DE JESÚS AL CIELO.
“Mientras los bendecía, Jesús se separó de ellos y ascendía, al cielo. Y ellos se postraron ante Él” (Cf. Lc. 24, 50-52).
Colocada entre los hombres y Dios, para dar a Dios a los hombres, María
resulta el camino más seguro para dar a los hombres al Padre.
Enfrente a Dios que desciende a la tierra, ella representa la humanidad
que asciende al cielo. Enfrente a Él, que desde las estrellas bajó a un
establo, ella, por Él, de un establo sube a las estrellas. Parece un
juego de palabras: y es un tripudio de amor.
Oremos, por intercesión de María, para que todos seamos testigos del Evangelio de la vida.
3. LA VENIDA DEL ESPIRITU SANTO.

No la soledad desesperada, vacía, de nuestro tiempo en la que el hombre,
en medio de la muchedumbre urbana, no tiene con quién comunicarse y se
queda solo, sino la soledad como ánfora llena de Espíritu Santo, en la
que, si faltan los hombres, está presente Dios.
No estás solo cuando vas por la calle, en tren, por mar, en avión: estás
escoltado por el Ángel de la Guarda, te acompaña la Madre del Señor, te
sostienen la Santísima Trinidad.
Ni siquiera de noche estás solo en una habitación de hospital o incluso
en una celda de cárcel; y del mismo modo en el trabajo o en el reposos;
convives siempre, estás siempre en la Comunión de los Santos: y,
mientras realizas una acción monótona, siempre puedes entonar tu alma
como alabanza arcangélica.
Oremos, por intercesión de María, para que el Espíritu Santo
ilumine e impulse a los gobernantes a defender la vida humana desde su
concepción hasta su muerte natural.
4. LA ASUNCIÓN DE MARIA AL CIELO.
“La Virgen Inmaculada, acabado el trayecto de su vida terrenal,
fue asunta a la gloria celestial en cuerpo y alma”. (Lumen Gentiun, 59).
María que sólo habla de la palabra de Dios, solo es rica de la Sabiduría de Dios, es grande solo de la grandeza de Dios.
Su Asunción ha sido la apertura de la casa del Padre a toda la muchedumbre de hijos.
Ninguna criatura ha alcanzado jamás la altura espiritual de la Virgen, y ninguna lo hizo con mayor sencillez.
No ha habido cursos complicados de ascética o de mística en su carrera;
hubo cocina, gallinero, lavandería, tienda (quizás la misma habitación
para las camas, los utensilios y la comida), ha tenido trabajo y dolor,
elementos de los que ella ha hecho momento tras momento, motivos de
elevación a Dios, de holocausto al Eterno.
Oremos, por intercesión de María, Inmaculada para que los esposos vivan la pureza de su amor conyugal y este sea fuente de vida.
5. LA CORONACIÓN DE MARÍA COMO REINA DEL CIELO Y DE LA TIERRA.
“La Virgen Inmaculada fue exaltada por el Señor como Reina del Universo”. (Lumen Gentiun, 59).
El santo no es otra cosa que un enamorado: un enamorado de la Deidad,
reflejada y acercada en María... El santo, hombre o mujer, es una copia
de María.
...La santidad de María es el modelo de nuestra santificación: el modelo
más sencillo, más casero, más apto para todos, en todas las
condiciones.

Un alma que continuamente sobrevuela sobre la materia, libre de la
servidumbre del mal, ya desde aquí abajo asume la conciudadanía de los
cielos, donde María es Reina.
Nosotros en la Iglesia de Cristo nos sentimos de casa, nos sentimos de
casa en la Comunión de los Santos, en el mismo ámbito que la Santísima
Trinidad, sobre todo porque está María-, y puesto ¡que está la Madre,
están los hijos.
Oremos, por intercesión de María, Reina de la familia, para que
proteja a las familias que están sufriendo cualquier tipo de necesidad.
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