Poesía: LA PRESENTACIÓN DEL NIÑO JESÚS EN EL TEMPLO

CUARTO MISTERIO GOZOSO


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Por
Ya han transcurrido 
los cuarenta días
desde la fecha en que nació Emmanuel,
Rey de naciones, 
lumbre de Israel,
la salvación del mundo, 
el Mesías.
Y tú, que siendo virgen, concebías,
y tú, la vencedora de Luzbel,
madre del niño-Dios, 
del nuevo Abel,
respetas a las bajas jerarquías.
Permaneces de pie en el antetemplo,
esperas te reciba el sacerdote,
vas a purificarte, sin pecado.
Tu sumisión es magistral ejemplo
y dos tórtolas es sobrado lote
para ser un mortal mundificado.
En la Casa del Padre hay alegría
al presentar a tu hijo al Creador,
es el Hijo enviado por su amor
y, en el altar sagrado, Eucaristía.
Revela su divina cercanía
y te anuncian la espada del dolor,
la cruenta redención por el pastor
de estrellas, en Calvario de agonía.
Te maravilla el justo Simeón,
y Ana, la profetisa, que en Él ven
la palabra encarnada y la esperanza.
Cristo es el signo de contradicción,
para el ateo racional desdén
y para el justo Bienaventuranza.
El primer fruto al templo pertenece,
según dijo Yahvé al fiel Moisés,
y es, María, tu primeriza mies
la bendita semilla que florece.
La ley en veinte siclos establece,
como precio, el rescate del burgués,
mas tú eres pobre y es bastante des
dos tórtolas, ¡y gratis Dios se ofrece...!.
Con cada humillación Él se engrandece,
en el pesebre brilla más su gloria
y su nombre supera todo nombre.
Tu purificación Él enaltece,
con tu obediencia alcanzas la victoria
y el Ser Supremo en ti se ha hecho hombre.
Del libro: "Antes que la luz de la alborada, tú, María"